lunes, 18 de enero de 2010

Te amamos y te apoyamos en el viaje




               La vida y la vivencia se mueven, avanzan y cambian.


Hay un tiempo en nuestras vidas en que vivimos y otro tiempo en que no vivimos.
No vivimos cuando estamos furiosos o deprimidos, cuando nos compadecemos de nosotros mismos
o estamos llenos de rencor.
Respirar no es un factor determinante de la vida.
Simplemente sirve para indicar a los demás qué cuerpo está pronto para el funeral y cuál no.
No todas las personas que respiran están vivas.

Hay una tribu de aborígenes, descendientes directos de la misma tribu que habitaba el desierto australiano hace 50.000 años, que creen que el modo natural de abandonar la experiencia humana es ejercitando el libre albedrío.
Hacia los 120 o 130 años de edad, cuando la persona se emociona pensando en volver a "la eternidad",
y tras preguntarle a la Unidad si es por el bien supremo,
convocan una fiesta, una celebración de su vida y separándose del grupo,
luego de la despedida, sencillamente se mueren en pocos minutos.

Durante milenios, estos aborígenes han practicado la costumbre de decir la misma frase a todos los recién nacidos,
de modo que cada persona oye exactamente las mismas primeras palabras humanas:
"Te amamos y te apoyamos en el viaje".
En la celebración final, todo el mundo la abraza y repite esta frase otra vez.
¡Lo que oyen al llegar es lo que oyen al partir!
Luego la persona que parte se sienta en la arena y cierra los sistemas corporales.
En menos de dos minutos ha muerto. No hay tristeza ni lamentos.

Según el criterio de Marlo Morgan, la principal diferencia consiste en que estos aborígenes saben adónde van cuando exhalan su último suspiro en este mundo, mientras que la mayoría de nosotros lo ignoramos.
Si lo sabemos, nos marchamos en paz y confiados,
de lo contrario, es evidente que existe un conflicto.

LAS VOCES DEL DESIERTO



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