miércoles, 14 de septiembre de 2011

La Neblina del Tiempo


La neblina del Tiempo se extiende sobre la faz de la Tierra y en los ojos de la humanidad se apaga la llama, porque la Hermana Tristeza se ha sentado en medio de sus pupilas.
El hombre se levanta todos los días pero ya ha olvidado el canto de la calandria, y como un niño camina de la mano de la Incertidumbre y de la Incredulidad, buscando los reflejos de su rostro perdido.
Y su cara guarda los sufrimientos como las hormigas guardan el grano. Y su pecho oculta los sentimientos porque el temor cubre las calles de su existencia.
Su frente está llena de pensamientos contrarios, que como espinas se clavan en sus días y sus noches y no dejan que desperece las alas del Conocimiento, ni se siente en la mesa de los Angeles.
No puede sentarse en la mística soledad de los cipreses ni puede acompañar el alegre vuelo vertical de los ocotes, ni retorcerse de placer con las enredaderas. No puede ni tan siquiera acompañar a los niños. Ni hablarle al sol. Ni contarle sus inquietudes a la Luna.
Ha aprendido de la serpiente la humedad de la tierra, y se ha pegado a ella como una piedra, pero ha cerrado los ojos a las enseñanzas de los pájaros.
Algunos han venido antes que yo y han dicho: Sus deseos de volar han sido escuchados por los Ancianos de la Vida. Estas son las normas para que remonten el vuelo.
Mas los hombres no quieren saber que el vuelo nace moviendo las alas. Y que su impulso es el ansia de ir a otra parte.
¿Qué pajarillo, cuando enseña a otro a volar, lo hace dentro del nido? ¿Y qué centzontle se escucha a sí mismo en su canto y se mira en el espejo del Eco y se dice: ¡Qué hermosa alabanza sale de mi garganta!?
Mis ojos se cubren de lágrimas cuando miro la casa que ha creado el egoísmo sobre el hogar en que nos ha sembrado el Cielo. Pero mi corazón se llena de alegría y canta porque es ésta la noche de un Nuevo Día.
Y, al igual que la Espera se sienta a descansar al borde de una fuente para tomar fuerzas, la Luz se ha sentado al borde del mundo, para después levantarse sobre las montañas y los valles que hay en el corazón de la Humanidad. Entonces, por siempre, reinará sobre la Tierra.

Del Libro así Habla 
Quetzacoatl Caitl Acotl
    

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