Necesitamos una tremenda cantidad de energía para comprender la confusión en que vivimos, y el estar convencido de que “tengo que comprender”, produce la vitalidad para investigar. Pero la búsqueda, la investigación implica tiempo, y como hemos visto, el descondicionamiento gradual de la mente no es el camino. El tiempo no es el medio. Ya seamos viejos o jóvenes, es ahora cuando el proceso total de la vida puede llevarse a una dimensión diferente. Buscar lo opuesto de lo que somos tampoco es el medio, ni lo es la disciplina artificial impuesta por un sistema, un maestro, un filósofo, o un sacerdote. Todo eso es muy infantil. Cuando nos damos cuenta de esto, nos preguntamos si será posible abrirse paso inmediatamente a través de este pesado condicionamiento de siglos sin entrar en otro condicionamiento, ser libres para que la mente pueda ser del todo nueva, sensible, viva, alerta, apasionada, capaz. Ese es nuestro problema. No hay otro, porque cuando la mente llega a ser nueva puede afrontar cualquier problema. Esa es la única pregunta que tenemos que formularnos.
Pero no preguntamos. Deseamos información. Una de las cosas más curiosas de la estructura de nuestra psique es que todos queremos que se nos dé información porque somos el resultado de diez mil años de propaganda. Queremos que otra persona confirme y corrobore lo que pensamos; sin embargo, la pregunta sólo es auténtica cuando uno se la hace a sí mismo. Lo que yo digo tiene muy poco valor; usted lo olvidará una vez cierre este libro, o recordará y repetirá ciertas frases, o comparará con lo que ha leído en otros libros, pero no se enfrentará a su propia vida. Y esto es lo único que importa: su vida, usted mismo, su pequeñez, su superficialidad, su brutalidad, su violencia, su codicia, su ambición, su sufrimiento diario y su dolor interminable. Esto es lo que tiene que comprender, y nadie en la tierra o en el cielo lo va a hacer por usted, sino usted mismo.
(Libérese de su pasado)
Krisnhamurti
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