Piensa que todos los árboles de la Tierra , incluidos los más majestuosos, proceden de una humilde semilla. ¿No te parece milagroso? Plantar la semilla de un árbol es sencillo, basta con encontrar el suelo adecuado. El suelo depende del humus que se forma con la descomposición de las plantas y las hojas muertas. Plantar la semilla del árbol de la vida en una conciencia despierta tampoco resulta difícil; el suelo que nutre nuestro árbol interior se crea a partir de la humildad, que se forma con la descomposición de los modelos y apegos que vamos desechando a medida que pierden vigencia y sentido. Si nos aproximamos a la vida con humildad, nos ponemos en el camino de la sabiduría y pronto empezará a crecer nuestro árbol y a echar ramas que buscan la luz, mientras las raíces se hunden en la tierra rica de misterios.
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