viernes, 8 de julio de 2011

Tiempo de Espera


Solemos tener prisa. Siempre y para todo. Si es tiempo de dolor y pena, deseamos que pase de inmediato y si esperamos la felicidad, no alcanzamos a dar al tiempo su momento de discurrir para llenarnos con lo que no tuvimos. En cualquier caso, todo pasa. No debemos olvidarnos que nada permanece por siempre; que el sufrimiento termina tarde o temprano y que la felicidad también tiene caducidad. No debemos pasar por la vida solo con recuerdos. Nada hay más penoso que reconocer el placer cuando ya ha pasado. Nada peor que tener la sensación de no haberlo dicho todo, de no haber amado lo suficiente, de no haber abrazado, besado o entregado lo mejor de nosotros una vez que nada puede hacerse. Hay que entregarse con intensidad a lo que uno vive, hay que poner pasión en lo hacemos y comenzar a sentir con fuerza que sea lo que sea, lo es por un tiempo limitado. Todo llega. Todo pasa. Y en ese intermedio nos quedamos ensimismados mirando como corren delante de nosotros las emociones sin rozarlas siquiera. Tememos perder y perdemos con sólo temerlo. Nos cuesta arriesgar e ignoramos lo que nos espera al otro lado de la orilla. Siempre hay alguien que está esperándonos aunque no lo sepa aún. La posibilidad de perder está dentro del juego de la vida. Pero aun perdiendo ganamos la aventura de vivirlo. Y nos queda la espera…la infinita espera de un tiempo mejor que sin ninguna duda se acordará de nosotros. Solamente debemos quedarnos quietos y dejar que suceda. Como si de un manto de estrellas se tratase y cayese sobre nosotros cuando el tiempo es cumplido. No te apures. Si aún no ha pasado es porque no tenía que suceder. Tu deseo será una orden para el universo y todas las coordenadas se dispondrán para envolverte en él…cuando menos lo esperes. Confía. En ti. En todo.
 

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