viernes, 13 de noviembre de 2009

La Fuente.

Cuando uno se refiere a la Fuente, con el nombre que sea, es probable que uno no entienda el significado de lo que se dice: hay un "yo" (que no es) buscando su "verdadera naturaleza", que es la Fuente o el Ser. De lo que hay que darse cuenta verdaderamente es de que uno tiene que librarse de la idea de ambos, el yo y el Ser.
La cuestión es que , la Fuente, el Vacío, que es completa Plenitud, no es Ser, sino No-ser. En otras palabras, lo que tiene que ser intensamente apercibido es la existencia omnipresente de Nada -la Energía que sólo es potencial- y de la que algo puede aparecer: a partir del potencial, la actualización; de la No-manifestación, la manifestación.

El puro Sujeto, la Fuente sin el menor toque de objetividad, nunca puede morir porque no contiene nada que pueda venir a la existencia o extinguirse. Sólo los objetos creados pueden nacer y morir. El puro Sujeto, la Fuente, sólo puede ser Eternidad más allá del concepto de tiempo.

Por la gracia de la Fuente viene, a su debido tiempo, la asombrosa Comprensión de que la vida no es otra cosa que un sueño viviente. Y entonces uno se sume en en abrazo desvanecedor de la Unicidad, en el que se acepta incondicionalmente lo-que-es-en-el-momento.

Por tanto, sólo nuestra desidentificación con una supuesta entidad suspenderá el ejercicio de la volición conceptual y de la conceptualización, que es la causa del aprisionamiento conceptual. Entonces lo que quedaría solo sería una identificación sin volición, por la que el organismo cuerpo-mente funciona según la voluntad de la Fuente (o de acuerdo con la Ley Cósmica), como el actor sobre el escenario. Tal identificación sería, como decía Ramana Maharshi: "Como los remanentes de una cuerda quemada".

Tú no puedes cortar la implicación. Es la Comprensión -la Fuente- la que corta la implicación.
La Fuente se manifiesta a Sí misma como conciencia extendiéndose en el "espacio y en el tiempo" conceptual. En este universo conceptual espacio-tiempo, la Fuente parece dividirse en un sujeto experimentando un objeto. En la manifestación conceptual, la Fuente como conciencia aporta discriminación a través de las relaciones sujeto-objeto entre opuestos interdependientes, como "aceptable e inaceptable", "hermoso y feo", "bueno y malo", "feliz y apenado". Sólo mediante la no-discriminación, la aceptación de la dualidad como base de este universo conceptual fenoménico, la Fuente se sana a sí misma volviendo a su plenitud noumenal.

Ramesh Balsekar.

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