miércoles, 8 de junio de 2011

... La Paz de Dios que supera todo Pensamiento

Muchas personas han dado su testimonio acerca del afloramiento de una nueva dimensión de la conciencia como consecuencia de una pérdida trágica en algún momento de sus vidas. Algunas perdieron todos sus bienes, otras a sus hijos o su cónyuge, su posición social, su reputación o sus habilidades físicas.En algunos casos, a causa de un desastre o de la guerra, perdieron todo eso al mismo tiempo, quedando sin "nada". Esto es lo que llamamos una situación extrema. Cualquier cosa con la cual se hubieran identificado ,cualquier cosa que les hubiera dado un sentido de ser, desapareció. Entonces, súbita e inexplicablemente, la angustia o el miedo profundo que las atenazó inicialmente dio paso a la sensación de una Presencia sagrada, una paz y serenidad interiores, una liberación total del miedo. San Pablo seguramente conoció ese fenómeno pues dijo, "la paz de Dios que está más allá de toda comprensión". En efecto, es una paz que parece no tener sentido, y las personas que la han experimentado han tenido que preguntarse, "¿Cómo es posible que ante semejante situación pueda sentir esta paz?"
La respuesta es sencilla, sucede una vez que reconocemos al ego por lo que es y la forma como funciona. Cuando desaparecen o nos arrebatan las formas con las cuales nos hemos identificado y las cuales nos han proporcionado el sentido del ser, el ego se derrumba puesto que el ego es identificación con la forma. ¿Qué somos cuando ya no tenemos nada con lo cual identificarnos? Cuando las formas que nos rodean mueren o se aproxima la muerte, nuestro sentido del Ser, del Yo Soy, se libera de su confusión con la forma: el Espíritu vuela libre de su prisión material. Reconocemos que nuestra identidad esencial es informe, una omnipresencia, un Ser anterior a todas las formas y a todas las identificaciones. Reconocemos que nuestra verdadera identidad es la conciencia misma y no aquellas cosas con las cuales se había identificado la conciencia. Esa es la paz de Dios. La verdad última de lo que somos no está en decir yo soy esto o aquello, sino en decir Yo Soy.
No todas las personas que experimentan una gran pérdida tienen este despertar, este deslindarse de la forma. Algunas crean inmediatamente una imagen mental fuerte o una forma de pensamiento en la cual se proyectan como víctimas, ya sea de las circunstancias, de otras personas, de la injusticia del destino, o de Dios. Esta forma de pensamiento, junto con las emociones que genera como la ira, el resentimiento, la autocompasión, etcétera, es objeto de una fuerte identificación y toma inmediatamente el lugar de las demás identificaciones destruidas a raíz de la pérdida. En otras palabras, el ego busca rápidamente otra forma. El hecho de que esta nueva forma sea profundamente infeliz no le preocupa demasiado al ego, siempre y cuando le sirva de identidad, buena o mala. En efecto, este nuevo ego será más contraído, más rígido e impenetrable que el antiguo.
La reacción ante una pérdida trágica es siempre resistirse o ceder. Algunas personas se vuelven amargadas y profundamente resentidas; otras se vuelven compasivas, sabias y amorosas. Ceder implica aceptar internamente lo que es, es abrirse a la vida. La resistencia es una contracción interior, un endurecimiento del cascarón del ego, es cerrarse. Toda acción emprendida desde el estado de resistencia interior (al cual podríamos llamar negatividad) generará más resistencia externa y el universo no brindará su apoyo; la vida no ayudará. El sol no puede penetrar cuando los postigos están cerrados. Cuando cedemos y nos entregamos, se abre una nueva dimensión de la conciencia. Si la acción es posible o necesaria, la acción estará en armonía con el todo y recibirá el apoyo de la inteligencia creadora, la conciencia incondicionada, con la cual nos volvemos uno cuando estamos en un estado de apertura interior. Entonces las circunstancias y las personas ayudan y colaboran, se producen las coincidencias. Si la acción no es posible, descansamos en la paz y la quietud interior en actitud de entrega; descansamos en Dios.

Eckhart Tolle.

¿Por que no reaccionaron a Tiempo?

 “Hay una teoría, sobre la historia de los Rapanui, los habitantes de la Isla de Pascua,
que tal vez pudiera darnos una pauta de pensamiento.
Viviendo en la isla más aislada del mundo,
los Rapanui explotaron sus recursos hasta que no quedó nada.
Su civilización no sobrevivió.
En esas tierras crecían las palmeras más altas del mundo. Han desaparecido.
Los Rapanui las talaron todas para obtener madera.
Entonces enfrentaron una gran erosión del suelo.
Los Rapanui ya no pudieron pescar. No había árboles para construir canoas.
Aún así, los Rapanui formaron una de las más brillantes civilizaciones en el Pacifico.
Granjeros innovadores, escultores, navegantes excepcionales,
fueron atrapados por el fantasma de la sobrepoblación y el agotamiento de recursos.
Experimentaron malestar social, revueltas y hambruna.
Muchos no sobrevivieron al cataclismo.

El misterio real de la Isla de Pascua
no es como sus extrañas estatuas llegaron ahí, sabemos como.
Es el porqué los Rapanui no reaccionaron a tiempo.
Es solamente una de varias teorías,
pero tiene particular relevancia hoy”.

 Extracto del guion del Documental HOME

lunes, 6 de junio de 2011

El Maestro solo es el Comienzo....


Porque todavía no eres capaz de permitir que la vida sea tu maestro. Porque no sabes cómo escuchar, cómo aprender. Porque eres incapaz de aprender, por eso necesitas un maestro.La necesidad surge de tu insensibilidad, de tu falta de inteligencia. Si eres inteligente, entonces la vida es suficiente. Entonces en las piedras hay sermones y cada hoja de un árbol es un mensaje, y el río que va hacia el océano lleva consigo todas las escrituras. No necesitas acudir a los Vedas ni al Corán ni a la Biblia, no es necesario. La existencia entera está cantando la canción de lo divino en todo momento.Pero no eres capaz de escucharla, todavía no eres capaz de abrir­te a ella. De aquí la necesidad de un maestro. El maestro es sólo un comienzo. Él te enseñará cómo escuchar, te enseñará cómo estar abierto. Te dará amor para que puedas calentarte: te has vuelto de­masiado frío. Una vez que te has calentado un poco, no hay nece­sidad de un maestro, entonces toda la vida es el maestro. El maes­tro se vuelve simplemente un trampolín.Dices: Buda no tuvo un maestro.Eso es incorrecto, Buda tuvo muchos maestros. Su último maes­tro fue Halar Calma, un hombre muy raro.Dices: Jesús no tuvo un maestro.No sabes. Él fue discípulo de un gran maestro, Juan el Bautista, fue iniciado por él. Buda tuvo muchos, Jesús tuvo uno. Y yo tuve millones y he estado aprendiendo de todas las fuentes posibles: de hombres, de mujeres, de árboles, de montañas. No puedo mostrar­te un maestro en particular porque ha habido tantos. He estado ­aprendiendo y escuchando constantemente.
Osho.