jueves, 5 de abril de 2012

¿Como llega la Sabiduría?

Había una vez un hombre, que era el cartero de la reserva, que oyó a algunos de los Mayores hablar sobre objetos recibidos que otorgaban un gran poder. Él no sabía mucho acerca de esas cosas, pero pensó que sería maravilloso recibir un objeto que solo podía ser concedido por el Creador. En particular, escuchó de los Mayores que el objeto más excelso que una persona podía recibir era una pluma de águila. Decidió que debía tener una. Si podía recibir una pluma de águila, poseería todo el poder, la sabiduría y el prestigio que deseaba. Pero también supo que no podía comprarla. Tenía que llegarle por la voluntad del Creador.
Día tras día, salía a buscar una pluma de águila. Creía que para encontrarla sólo debía mantener los ojos abiertos. Llegó un momento en que no pensaba en otra cosa. La pluma de águila ocupaba sus pensamientos desde el amanecer hasta el ocaso. Pasaron semanas, meses, años. Todos los días el cartero hacía sus rondas, buscando afanosamente la pluma de águila. No prestaba atención ni a su familia ni a sus amigos. Mantenía la mente fija en la pluma de águila. Pero nunca la encontraba. Comenzó a envejecer, y la pluma no aparecía. Finalmente, se dio cuenta de que por mucho que buscara, no estaba más cerca de hallar la pluma de lo que había estado el día que inició la búsqueda.
Un día decidió tomar un descanso al costado del camino. Salió de su pequeño jeep y tuvo una charla con el Creador. Dijo: “Estoy ya cansado de buscar la pluma de águila. Pasé toda mi vida pensando en ella. Apenas me ocupé de mi familia y de mis amigos. Lo único que me preocupó fue la pluma, y ahora la vida me ha pasado de largo. Me perdí muchas cosas buenas. Bien, abandono la lucha. Dejaré de buscar la pluma y comenzaré a vivir. Quizá todavía tenga tiempo para recuperar a mi familia y a mis amigos. Perdóname por el modo como conduje mi vida.”
Entonces y solo entonces, lo inundó una gran paz. De repente, se sintió mejor interiormente de lo que se había sentido en todos esos años. Tan pronto como terminó de hablar con el Creador y comenzó a caminar en dirección al jeep, lo sorprendió una sombra que pasó por encima de él. Miró al cielo y vio, en lo alto, un gran pájaro volando. Al instante, desapareció. Luego vio algo que descendía flotando suavemente en la brisa: una hermosa pluma ¡Era su pluma de águila! Se dio cuenta de que la pluma había aparecido inmediatamente después de que abandonara la búsqueda e hiciera las paces con el Creador.
Ahora el cartero es una persona distinta. La gente acude a él en busca de sabiduría y él comparte con ellos todo lo que sabe. Si bien ahora posee el poder y el prestigio que tanto anhelaba, ya no le interesan esas cosas. Se preocupa por los demás y no solo por sí mismo.
Ahora sabes cómo llega la sabiduría.
Fuente
Hoh Leila Fisher.
Cuentos que curan. 

miércoles, 4 de abril de 2012

Cuando la vida habla


La Vida es más antigua que todos los seres vivientes;

más que la belleza antes de que ésta naciera y adquiriera alas en la Tierra;

más que la Verdad, antes de que alguien la dijera.

La Vida canta en nuestros silencios,

y sueña cuando dormitamos.

E incluso cuando estamos abatidos y rebajados,

la Vida esta en su trono, y muy alta.

Y cuando lloramos, la Vida sonríe a la luz del sol,

y es libre hasta cuando arrastramos nuestras cadenas.

La Vida es profunda, y alta, y distante,

y aunque sólo vuestra más amplia visión puede divisar sus pies,

la Vida está cerca.

Y la Vida está velada y oculta,

así como vuestro Ser Superior está oculto y velado.

Sin embargo, cuando la Vida habla

todos los vientos se vuelven palabras;

y cuando vuelve a hablar,

las sombras de vuestros labios y las lágrimas de vuestros ojos

también se convierten en palabras.


Cuando la Vida canta, los sordos oyen, y se quedan embelesados;

y cuando la Vida llega caminando,

los ciegos la contemplan, se asombran, y la siguen, fascinados y atónitos.


Si tu imaginación tiene, aunque más no sea,

el tamaño de una semilla de sésamo, todo será posible para ti.


Por muy instruidos que seamos, por mucho que lo merezcamos,

jamás lograremos una vida mejor

mientras no podamos imaginarla

y no nos permitamos alcanzarla.

(Kahlil Gibran)

Detente ...


Pide un respiro a todas tus crisis. Renuncia al sufrimiento, la pena, el dolor. Pide que te sorprenda el gozo. Da las gracias.
Espera. Observa lo que pasa. Abre los brazos tanto como puedas para recibir todos los milagros que lleven tu nombre.
No olvides que todo lo que tienes es todo lo que necesitas.
Pero no olvides nunca que el camino es en espiral. Si te encallas, contempla el panorama más amplio y comprueba cuanto camino has recorrido.
Navega guiándote por las estrellas. Permanece  con ojo avizor para ver las indicadores espirituales. Te rodean.
(De la Web)

Corazón lleno Mente vacía


"No hay sendero hacia la verdad, ella debe llegar a uno. La verdad puede llegar a nosotros sólo cuando la mente y el corazón son sencillos, claros, y en nuestro corazón hay amor; no si nuestro corazón está lleno con las cosas de la mente. Cuando en el corazón hay amor, no hablamos de organizar la fraternidad; no hablamos de creencias, de división o de poderes que crean división, no necesitamos reconciliarnos. Entonces somos, cada uno de nosotros, simplemente un ser humano, sin rótulo alguno, sin nacionalidad. Esto significa que usted debe despojarse de todas esas cosas y permitirle a la verdad que se manifieste; y la verdad puede manifestarse sólo cuando la mente está vacía, cuando cesa en sus creaciones. Entonces la verdad vendrá sin que la inviten. Llegará tan rápida y sorpresivamente como el viento. Llega en secreto, no cuando la aguardamos, cuando la deseamos. Está ahí, tan súbita como la luz del sol, tan pura como la noche. Pero para recibirla, el corazón debe estar lleno y la mente vacía. Ahora tiene usted la mente llena y su corazón está vacío."
(El Libro de la vida)
Krisnhamurti.
http://om-shakti.blogspot.com

Tropezar con la misma piedra


Es un suceso frecuente que uno caiga varias veces en la misma piedra. No podemos explicarnos cómo no podemos verla cuando ya hemos caído la primera vez…pero sin embargo, pasa desapercibida ante nuestra percepción profunda. No vemos que está ahí, algo impide que fijemos nuestra visión en ella y como si de un reclamo se tratase…nos atrae de nuevo para tropezar.
En el fondo de nuestro ser, nos revelamos por pasar una y otra vez por situaciones que, a pesar de considerarlas perjudiciales para nosotros y nuestro equilibrio, tienen un poder de seducción único.
La explicación que podemos aducir para estos continuos tropiezos es, sin duda, el estar frente a un aprendizaje no terminado. Caemos una y otra vez. Abrazamos empeños que ya sabemos cómo han terminado pero no podemos dejar de acometerlos, de nuevo, para intentar terminarlos de otra forma. Lo peor llega cuando nos descubrimos, de pronto,  envueltos en las mismas palabras, en los mismos comportamientos y en las mismas conclusiones finales.
Estoy seguro/a que se repetirán en nuestra vida una y otra vez hasta que seamos capaces de resolver lo que debamos de aprender con toda la fuerza y limpieza de nuestro corazón. Cuando seamos capaces de perdonar, de ser compasivos con otros, de no juzgar, de relacionarnos con honestidad y sobre todo, de sustituir el rencor y la rabia por la libertad de dejar ir el veneno que pretendemos lanzar sobre los demás.
Alguna vez tiene que terminar la rueda en la que nos vemos inmersos en un determinado aprendizaje. Porque no sucede con todos. Cada uno debe analizar en qué piedra de su camino cae con más frecuencia y podrá discernir qué aprendizaje tiene en su persona, aún, una carencia. Cuál no está resuelto y qué pautas de conducta debe superar para mejorar el resultado que al final le produce tanto daño.
Yo conozco mi piedra. No es fácil evitarla. He caído demasiadas veces en ella pero cada vez que me levanto, me doy cuenta de una nueva meta a conseguir para mejorar mi camino en relación a lo que ella me indica.
Estas piedras, en definitiva, no son más que mojones indicativos de las aristas que debemos limar en nuestro corazón.
He comenzado, otra vez, a revisar el camino, a mirar mis zapatos y sobre todo a no perder de vista a mis pies para dejar la piedra a un lado, sin molestarla, sin dañarme.
Fuente:
mirarloquenoseve.blogspot.com

Lo que no sabemos de Nosotros Mismos


A veces tememos hacernos preguntas. Uno prefiere vivir ignorándose en muchos campos porque tal vez temamos las respuestas que nos daríamos a nosotros mismos de ser sometidos a un interrogatorio.
         Estamos demasiado seguros de no hacer esto o aquello e incluso nos permitimos opinar sobre quien se comporta de un modo que no aprobamos. Pero la realidad es otra. Necesitamos experiencias que nos pongan a prueba. De nada vale ser monjes en un convento. Hay que serlo y mantenerlo dentro de la vorágine de la vida. Y eso, es difícil.
         Es fácil dejarnos llevar por la crítica y emitirla sin piedad sobre otros, pero cuando las circunstancias nos ponen al límite descubrimos que no sabemos demasiado sobre nuestra capacidad de resistencia, nuestra voluntad, nuestra bondad, nuestros rencores o los odios enconados que han quedado en un rincón esperando la luz. Por eso es necesario no resistirse a los cambios. Vivir experiencias que nos pongan frente a nosotros mismos y hagan tambalear esos pilares que creemos tan sólidos por los que juzgamos al resto con dureza.
         Hay que ser tolerantes con lo que vayamos descubriendo y pensar que posiblemente sin ese mal paso que hemos dado, sin el fracaso que hemos tenido o sin el error cometido, nunca nos conoceríamos verdaderamente.
         Con los años, uno se suaviza. Y si no aprendemos a alisar nuestro corazón no habremos aprendido nada. Esa superficie pulimentada debe dar cabida a los errores del resto y permitir que los demás se equivoquen por sí mismos.
         Esto debemos aplicarlo sobre todo a los seres más cercanos, a los más queridos. Nadie puede evitar los sufrimientos que los padres, los hermanos o los hijos deban pasar. La escuela de cada uno es para cada uno. Está hecha a su medida, con las lecciones justas y los aprendizajes exactos.
         Nos duele que los hijos tengan que pasar por los dolores que ya hemos aprendido a superar y queremos, en un instante, pasarles esa sabiduría que pegada a nuestra piel solamente puede esperar a fundirse en un abrazo de bienvenida cuando el muchacho, de nuevo, regrese a nosotros.
         Hemos de serenarnos. Nunca pasa lo que no deba pasar y seguro que lo que pase será otra lección más que la otra persona no olvidará por haberla aprendido por sí mismo.
         Siempre podemos estar esperando para compartir la vivencia de lo que en cada uno nos ha supuesto pasar por experiencias semejantes.
         Entonces, cuando se produce este deseado encuentro…todo fluye y ahí, en ese momento sí es el lugar idóneo para completar lo vivido con los afectos que ahora se recibirán con los mejores deseos.
Fuente:
mirarloquenoseve.blogspot.com.

Todo Sigue ....


Damos demasiada importancia a todo lo que nos sucede. No es que debamos pasar por la vida sin rozarla siquiera, pero debemos aprender a ponderar y en esa toma de medidas saber equilibrar lo que tiene mayor o menor transcendencia.
         Estamos en un momento histórico en el que de todo, sobre todo aquello que esté relacionado con el “parecer” ante los demás y el “sentirse poderoso”, hacemos una asignatura pendiente.
         Nos sometemos a una presión excesiva en el intento de estar siempre bien física y psicológicamente. Hay que ser lo más atractivos posible, lucir los mejores vestidos a los que nuestro presupuesto de lugar, alcanzar las mayores cotas de éxito en el trabajo y ni que decir tiene, la importancia que llega a cobrar, ir acompañado por alguien que aporte aún más lujo a nuestra vida.
         Del otro lado, se sitúan los que deben conformarse con estar en el punto de descenso continuamente. Pero esas personas, por desgracia, en nuestras sociedades son invisibles a los ojos de una clase media que intenta por todos los medios parecerse a la siguiente en la escala.
         Nos empeñamos en escalar demasiado alto, exigimos a los nuestros que sigan a los que tienen un perfil más exitoso y obviamos que la vida pasa en un soplo y que si algo hay que preparar, en primer lugar, es la estructura de las emociones para determinar una escala de valores que no devore a la persona y que la sitúe en un plano de felicidad sostenible y real que verdaderamente compense.
         La vida es efímera y  desgraciadamente, salvo para los que te quieren de verdad, todo se olvida demasiado pronto.
         Estamos acostumbrados a que la muerte y las desgracias coman con nosotros frente a nuestra mesa en la pantalla de la TV, a recibir noticias impactantes de amigos que tienen su sentencia en una enfermedad sorpresiva, a enterarnos de muertes inesperadas que fulminan el corazón con la rapidez con la que se producen…pero en realidad…todo lo olvidamos rápidamente…y la vida sigue.
Sigue con y sin nosotros.
         Por eso, no vale equivocarnos en los criterios de referencia cuando establecemos las prioridades para comportarnos en ella, ni cuando los utilizamos para exigirlo a quienes nos importan. Porque lo que de verdad es transcendente es lo bondadosos, compasivos y generosos que seamos y sobre todo, la capacidad de amar que nos acompañe. Es lo que dejará un rastro. Un perfume especial que tardará en extinguirse.
 El resto…es siempre materia del olvido.
Fuente:
mirarloquenoseve.blogspot.com.